Lección
9 Bloque VI Prototipos textuales de la
redacción
Entrega
de video en Power Point
Nota: Esta parte del trabajo
corresponde a distintos maestros quienes los orientarán en el proceso,
recuerden que lo central consiste en explicar sobre Las ventajas y desventajas del
uso de video juegos, descubrimientos, aprendizajes, conclusiones logradas
a través de la investigación.
TAREA:
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Investiga en casa en qué consiste la narración,
descripción, argumentación, diálogo y exposición.
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Elige fragmentos de textos que ejemplifique a
la narración, descripción, argumentación, diálogo y exposición.
ACTIVIDADES EN CLASE:
Ø La
información investigada se procesará en un esquema o modelo cognitivo
Ø Explicar
la razón por la que los textos seleccionados pertenecen a determinado prototipo
o estructura textual
Ø Realiza
la lectura en clase del texto 1 y determina el prototipo textual
NOMBRE: GRUPO:
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ESCALA ESTIMATIVA DE LA LECCIÓN 9
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R
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B
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MB
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E
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El alumno procesa la información investigada en un modelo cognitivo
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El alumno selecciona fragmentos para ejemplificar los prototipos
textuales
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Explica las razones del prototipo textual del fragmento seleccionado
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Realiza la lectura del texto 1 y determina los prototipos textuales
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Realiza la lectura del texto 2 y determina los prototipos textuales
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TOTAL DE PUNTOS OBTENIDOS
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TEXTO 1
La
casa nueva Silvia
Molina
Claro que no
creo en la suerte, mamá. Ya está usted como mi papá. No me diga que fue un
soñador; era un enfermo —con el perdón de usted. ¿Qué otra cosa? Para mí, la
fortuna está ahí o, de plano, no está. Nada de que nos vamos a sacar la
lotería. ¿Cuál lotería? No, mamá. La vida no es ninguna ilusión; es la vida, y
se acabó. Está bueno para los niños que creen en todo: “Te voy a traer la
camita”, y de tanto esperar; pues se van olvidando. Aunque le diré. A veces,
pasa el tiempo y uno se niega a olvidar ciertas promesas; como aquella; como
aquella tarde en que mi papá me llevó a ver la casa nueva de la colonia
Anzures.
El trayecto
en el camión, desde la San Rafael, me pareció diferente, mamá. Como si fuera
otro… Me iba fijando en los árboles —se llaman fresnos, insistía él—, en los
camellones repletos de flores anaranjadas y amarillas —son girasoles y
margaritas—, decía.
Miles de
veces habíamos recorrido Melchor Ocampo, pero nunca hasta Gutemberg. La
amplitud y la limpieza de las calles me gustaba cada vez más. No quería
recordar la San Rafael, tan triste y tan vieja: “No está sucia, son los años”
—repelaba usted siempre, mamá. ¿Se acuerda? Tampoco quería pensar en nuestra
privada sin intimidad y sin agua.
Mi papá se
detuvo antes de entrar y me preguntó:
—¿Qué te
parece? Un sueño, ¿verdad?
Tenía la reja
blanca, recién pintada. A través de ella vi por primera vez la casa nueva… La
cuidaba un hombre uniformado. Se me hizo tan… igual que cuando usted compra una
tela: olor a nuevo, a fresco, a ganas de sentirla.
Abrí bien los
ojos, mamá. Él me llevaba de aquí para allá de la mano. Cuando subimos me dijo:
“Ésta va a ser tu recámara”. Había inflado el pecho y hasta parecía que se le
cortaba la voz de la emoción. Para mí solita, pensé. Ya no tendría que dormir
con mis hermanos. Apenas abrí una puerta, él se apresuró: “Para que guardes la
ropa”. Y la verdad, la puse allí, muy acomodadita en las tablas, y mis tres
vestidos colgados, y mis tesoros en aquellos cajones. Me dieron ganas de saltar
en la cama del gusto, pero él me detuvo y abrió la otra puerta: “Mira”,
murmuró, “un baño”. Y yo me tendí con el pensamiento en aquella tina inmensa,
suelto mi cuerpo para que el agua lo arrullara.
Luego me
enseñó su recámara, su baño, su vestidor. Se enrollaba el bigote como cuando
estaba ansioso. Y yo, mamá, la sospeché enlazada a él en esa camota —no se
parecía en nada a la suya—, en la que harían sus cosas sin que sus hijos
escucháramos. Después, salió usted recién bañada, olorosa a durazno, a manzana,
a limpio. Contenta, mamá, muy contenta de haberlo abrazado a solas, sin la
perturbación ni los lloridos de mis hermanos.
Pasamos por
el cuarto de las niñas, rosa como sus mejillas y las camitas gemelas; y luego,
mamá, por el cuarto de los niños que “ya verás, acá van a poner los cochecitos
y los soldados”. Anduvimos por la sala, porque tenía sala; y por el comedor y
por la cocina y por el cuarto de lavar y planchar. Me subió hasta la azotea y
me bajó de prisa porque “tienes que ver el cuarto para mi restirador”. Y lo
encerré ahí para que hiciera sus dibujos sin gritos ni peleas, sin niños
cállense que su papá está trabajando, que se quema las pestañas de dibujante
para darnos de comer.
No quería
irme de allí nunca, mamá. Aun encerrada viviría feliz. Esperaría a que llegaran
ustedes, miraría las paredes lisitas, me sentaría en los pisos de mosaico, en
las alfombras, en la sala acojinada; me bañaría en cada uno de los baños;
subiría y bajaría cientos, miles de veces, la escalera de piedra y la de
caracol; hornearía muchos panes para saborearlos despacito en el comedor. Allí
esperaría la llegada de usted, mamá, la de Anita, de Rebe, de Gonza, del bebé,
y mientras también escribiría una composición para la escuela: La casa
nueva.
En esta casa,
mi familia va a ser feliz. Mi mamá no se volverá a quejar de la mugre en que
vivimos. Mi papá no irá a la cantina; llegará temprano a dibujar. Yo voy a
tener mi cuartito, mío, para mí solita; y mis hermanos…
No sé qué me
dio por soltarme de su mano, mamá. Corrí escaleras arriba, a mi recámara, a
verla otra vez, a mirar bien los muebles y su gran ventanal; y toqué la cama
para estar segura de que no era una de tantas promesas de mi papá, que allí
estaba todo tan real como yo misma, cuando el hombre uniformado me ordenó:
—Bájate,
vamos a cerrar.
Casi ruedo
por las escaleras, el corazón se me salía por la boca:
—¿Cómo que
van a cerrar, papá? ¿No es mi recámara?
Ni con el
tiempo he podido olvidar: que iba a ser nuestra cuando se hiciera la rifa.
TEXTO 2
Antología del pan Salvador Novo
El pan, según la Biblia, resulta ser
tan antiguo como el hombre mismo. Adán, vegetariano, al ser echado de su
huerto, no sólo fue condenado a ganarlo con el sudor de su frente, sino que iba
en lo sucesivo a alimentarse de carne -caza y pesca- para tragar, las cuales
necesitaba acompañarlas con pan, tal como nosotros. Las frutas y las legumbres
pasan sin él. El más para aquellas constantes excursiones de nuestros abuelos
prehistóricos, como para las nuestras bueno llevar sándwich. Toda pena es buena
con pan. El que tiene hambre piensa en él. Lo comen las personas que son como
el de buenas. Calma el llanto. ¿A quién le dan pan que llore? Y las personas
sinceras le llaman por su nombre y al vino, vino. El pan es sagrado
"¿Manha? ¿Qué es esto? Es el pan que se cuaja en torno de nosotros mejor
que en los trigales" Antes, Lot (Génesis 111) hizo una fiesta "e hizo
pan" y Abraham, cuando recibió a los ángeles ordenó a la diligente Sara
(Génesis XVIII) que preparan panecillos. Porque en la edad de piedra, aunque
hacía panes quedaban muy duros; y no eran de trigo, sino de bellotas, como las
que han encontrado en Wangen y en Robenhausen.
Vigilo consigna el hecho de que los
maridos molían el trigo mientras que las esposas, a cualquier hora se les podía
encontrar con las manos en la masa (Geórgicas, 1, 277). Se asombra Herodoto de
que los egipcios se llevan a grandes perfeccionistas el arte de la panadería,
amasan la harina con los pies y el barro con las manos. En Egipto nace la
distinción, que prevalece en México de las clases sociales por las de pan que
consumían. Los primeros pambazos los comieron los esclavos y el pan blanco los
ricos, como hoy. También los cocoles nacieron allá. Nos lo dice la arquitectura
y lo confirma el ajonjolí que los decora y sazona.
Pero panaderías públicas no las hubo
sino hasta el año de 168 a.C. el pan traía en Roma el Fecial de su autor. Mas
las caprichosas romanas, y más que ellas, las pompeyanas preferían seguirlo
haciendo en su casa, acaso porque sabían que eran hasta el tiempo de
Constantino, los esclavos, y después los ladrones y los criminales quienes lo
hacían.
El pan no armoniza con ciertos guisos
ni con determinados líquidos. Por eso a las personas inarmónicas se les llama
"pan con atole" y es preferible comer tortillas con frijoles y
piloncillo con el atole. Tal hacían los indios, y todavía no aceptan el pan. Es
sagrado, he dicho, y es católico. Confirmándolo de diversas maneras se celebran
fechas notables: las roscas de reyes, el pan de muerto, y luego las torrejas,
capirotada, y los chongos".
El pan es inseparable de la leche. Si
es incompatible con el atole, es indispensable con el chocolate o con el café
con leche. Niños y viejos lo bendicen porque se reblandece mojándolo "en
sopas". No es menor su interés literario. ¿En qué novela con calabozos, no
aparece con un jarro de agua, un pan duro? En que novela con altruismo no
se habla de los mendrugos o de las migajas y no nos dicen "nos
arrebatan el pan “¿Y el amargo pan del destierro? En la Nueva España con la
ordenanza de tenderos dada por el señor virrey, Márquez de Gualmacazar el
17deagosto de 1619 y ejecutada por la Real Audiencia el trece de enero de 1621,
se dispuso que en las tiendas se puede vender todo género de bastimento, maíz,
leña, carbón, pan, azúcar, miel, vino, vinagre, aceitunas, queso y todo tipo de
las legumbres, tocino, manteca, menudo, compostura.
El 1719 aprobó el marqués de Balero
nuevas órdenes de la fiel ejecutora y mandaba en ella que los panaderos se
matricularan dentro de su tercera pena de a cien pesos. "Que
pongan marcas en el pan de diez pesos" (El Fecial Romano) y que separados
mientras se amasa el pan floreado y pambazo "que todo el Pan tenga
pintaderas y separadas las del pambazo y no teniéndole, se repute por
pambazo". "Que el que amasare trigo pelón no amase candela ni
bizcochero, sea panadero...
En la "Ordenanza del pan"
de 5-de febrero de 1580 dada por el Virrey Martín Henríquez se mandó que
ningunos sea osado de vender pan en su casa ni publican ni sacramento sino en
las plazas y partes públicas donde se lleve luego que se saque del horno, pena
del periodo el pan, y 10 pesos aplicados por cuartas partes por la segunda
doblada, y por la tercera privación de trato y destierro de un año. (Así las
penas. Si español, multas. Si negro o indio, azotes y publica vergüenza). De
estas ordenanzas resulto: I. Que los españoles se hayan especializado en las
panaderías, por privilegios legales y por gusto racial, y II. El refrán
"Se vende como pan caliente" y ya que el pan se vendía caliente.
En nuestros pueblos, coloniales aún,
el pan, se vende en las plazas, en grandes canastos, todavía las familias en
las colonias tienen su panadero predilecto, aquel que constituye el flirt de
las criadas y el regocijo de los niños, el flirt. Decorativo que
llega a las 5 de la tarde, cuando ellos vuelven del colegio, con su gran
bandeja de las chilindrinas, hojaldras, violines, huesos, cocoles, monjas, empanadas,
roscas de canela, cuernos, chamucos...
Las teleras -bolillos, o virotes,
según la religión- que consumimos actualmente en la mesa, son adecuadamente
grandes, parecen encerrar además, en su forma de puño cerrado, una sorpresa. El
pan, rebanado, americano -el pan que usted comerá- ya se sabe que nada
encierra. (¡Oh razas blandas que procedeis por partes, por pisos, por años, por
capítulos, por tajadas, por estados!). La telera y el bolillo son
aristocráticos totales individualistas. Nadie que se respeta se comerá delante
de la gente una sobra de bolillo como se come una rebanada de pan y
decid francamente ¿No hayáis preferibles las tortas compuestas a los
sándwiches, aún los pambazos compuestos? ¡Otro error de las huelgas del
panadero, terror de comer pan frío o de los que se les ocurra en casa hacer
pan!
Tal es el inconveniente de los días
festivos. Andaran por las calles confundibles con albañiles - la
diferencia está en los huaraches y las alpargatas-, los panaderos disfrutando
su libertad. Los españoles con sus blancas batas de médico y sus gordas caras
de ángeles barrocos se desesperarán de inacción.
No se haya sin la prisa de atender a
los gritos corales de llenar santa, su misión de pan de las canastas raidas más
ya aparecen casas americanas que reparten pan en su automóvil Tostado y de
pasas -¡Poca imaginación nórdica para todos los usos. Aquellos grandes surtidos
bizcochos para la merienda, van desapareciendo. En los cumpleaños ya se
parten birthdaycakes. El té sustituye al chocolate y se toma con pan tostado o
con pan de pasas. Los bolillos, grandes trigos ceden su puesto a las monótonas
rebanadas. México se desmejicaniza. Con su pan se lo coma.